miércoles, 23 de septiembre de 2009

La muerte y yo (Parte III)

Era 2006 y yo terminé mi curso en TATA Consultancy Services en Nueva Delhi y me había ido a visitar a mi ex-Disney-Roomie a Bangkok, Tailandia (sounds complicated). Cuando estaba ahí se me ocurrió que ya que estaba TAN cerca, era mi oportunidad (NO!...MI DEBER!) aprovechar e ir a Cambodia a Angkor Wat.
y lo hice...
(pero pensé que moriría en el intento)
El relato:
Como mi amiga Julia estaba trabajando entre semana, decidí que sería UNA GRAN IDEA irme yo sola (y sin hablar una palabra de Thai) hasta la frontera. Además ¿por qué tomaría yo un camioncito o un avión para turistas? NO! Yo (osada y valiente como soy) quería tomar el transporte local. Así que me subí a un horroroso camión guajolotero donde era la única persona "occidental."
-¿Cambodia? - Le pregunté al chofer.
- Cambodia - respondió sonriente.
Estaba muy emocionada y todo era miel sobre hojuelas...
Después de unas horas una banda de soldaditos Thai nos detuvieron.
No se hubieran visto tan hostiles si no llevaran un rifle cada quien. Se subieron al camión y empezaron a revisar los pasaportes. A mí me sonrieron amables. A una pareja que estaba atrás de mí, les empezaron a gritar. Yo no entendía nada y caí en pánico. A punta de madrazos bajaron a 5 personas, con las manos en la cabeza. Los estaban encañonando cuando nos fuimos de ahí. Chale. Seguro yo tenía cara de terror, pero todos los demás se veían tan tranquilos.
En cada parada, más y más gente se iba bajando. Al final solo veníamos dos familias y yo en el camión. Después de un total de 4 horas de viaje, el camión se detuvo. Las dos familias se bajaron corriendo.
-¿Cambodia? - Le pregunté al chofer.
- Cambodia - respondió sonriente.
Me bajé sólo para darme cuenta que estábamos EN MEDIO DE LA NADA, En una calle polvorienta y que las dos familias se alejaban risueñas en dos Tuk-Tuk (rickshaws).

-¿Cambodia? - Le pregunté al chofer.
- Cambodia - respondió sonriente y señaló al frente.
Yo no veía ningún indicio de civilización, ni de Tuk Tuks ni de NADA. Mientras, el camión y su sonriente chofer se dieron la vuelta y se fueron.
Caí en pánico otra vez. No traía ningún tipo de teléfono y nadie sabía donde estaba (ni siquiera yo!!). Me calmé un poco y empecé a caminar hacia la nada. Después de como 10 minutos y de llegar a una bifurcación escuché a lo lejos una moto. Le hice señas para que se detuviera y afortunadamente era una amigable nativa. A señas acordamos que ella me llevaba a la frontera si le pagaba 50 Thai Bats. Después de como 20 minutos en moto y varias desviaciones, el panorama cambió y llegamos a un lugar muy concurrido, lleno de gente y a lo lejos la entrada a Cambodia (sentí felicidad y hasta nos tomamos la foto del recuerdo para conmemorar la victoria). PERO OSHHHH... Al llegar a la frontera me dijeron en el peor Inglés que he oído que necesitaba una VISA. Y que la VISA la tenía que pagar en RIELES de Cambodia. Y como yo estaba del lado de Tailandia sólo tenía Thai BATS. "Dame tu tarjeta de crédito y yo saco del cajero y te traigo tus rieles"-me dijeron. JA! ¿Qué tan estúpida creen que alguien puede ser?. Después de rogar, alguien me cambió dinero, pagué mi visa y pude entrar al Reino de Cambodia... (eeeehhhh).
Y a sus baños (doble ehhhhh).
La ciudad fronteriza estaba del terror y ya estaba oscureciendo, así que presurosa me dirigí a la estación de camiones. Pero "Oh sorpresa!" Estaba cerrada (this cant be happening). Además NADIE hablaba Inglés (WHAT DO YOU WANT FROM MEEEEE???).
-Siem Reap! era lo único que decía.
- Taxi! - me contestaban
Así que sólo tenía dos opciones: Irme en un Taxi con un fulano que parecía secuestrador o quedarme a dormir en la Tijuana de los Tailandeses.
Naturalmente, elegí el taxi. Yo sabía que Siem Reap estaba a menos de 100 km de la frontera, pero NO SOSPECHABA que las carreras no están pavimentadas, ni alumbradas y que en total tendría que viajar casi 3 horas más con el mocha-orejas himself. Así se ve esa carretera de día.

Así se ve esa carretera de noche.

Fue horripilante. La carretera estaba completamente vacía, el carro brincaba y brincaba. Todo alrededor estaba oscuro. Sólo habían campos y campos de arroz y ni siquiera había luna. Además el chofer no hablaba ni una palabra de Inglés. Empecé a pensar lo estúpido que había sido todo el asunto. Estaba completamente sola, en medio de la nada y si a don chofer se le ocurría violarme matarme y volverme a violar antes de echar mi cuerpo en los campos de arroz, jamás NADIE me encontraría. Después de mucho estrés, colitis y planes de cómo amagar a mi presunto agresor con un lapiz del número dos en caso de ser necesario, empecé a ver otros carros, casas, civilización (salvación).

Llegué a mi hostel (de calidad inigualable) y sentí muuucho alivio. Es más, tenía reglas que garantizarían mi seguridad.Después de tres maravillosos días regresé a Bangkok. En avión.

Las fotos del viaje a Cambodia:
CLICK AQUI

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