Aveces me dan ganas de verte.
De llegar a la casa por sorpresa y de encontrarme con que tú, tal vez, aún estás esperando a que yo llegue.
Aveces me dan ganas de abrazarte, de acercarme despacio a tus oídos y de pedirte perdón. Otra vez. Otras cien, doscientas, trescientas veces. De decirte que no me importa el daño que nos hemos hecho. Que me perdono a mi misma. Que entiendo tus razones. Que espero que entiendas las mías.
Que amarte a ti ha sido lo unico que ha valido la pena. Que no entiendo por que uno puede ser tan egoista. Que se que todo lo que esta pasando es culpa mia. Que me lo merezco, pero que no quiero merecerlo.
Me dan ganas de decirte lo que nunca te he dicho: que todavía te extraño, que en las madrugadas extrañarte se vuelve insoportable, que fuiste mi hogar y (que aunque yo siempre lo negara) me gustaba sentir que te pertenecía. Que me gustaba cuidarte y despertar junto a ti en las mañanas y en las tardes y que me gustaba llorar en tus rodillas (aveces).
Me dan ganas de decirte que todavía amo tu risa fácil, que me gustaba tomarte de la mano.
Que quiero despertar y saber que nada de esto paso.
También me dan ganas de confesarte que nunca fui la damisela en peligro que en ocasiones te hice creer que era (las mujeres como yo, no necesitan ser rescatadas, cariño), de hacerte saber que me gustaba celebrar el regreso de tus campañas, en las que intentabas protegerme de los molinos de viento.
En días como hoy, me dan tantas, tantas, tantas ganas de verte.
Pero ese, amor... es ahora MI problema.
Para ser sincera, tengo miedo de tenerte de frente. Tengo miedo de sentir esa insufrible necesidad de abrazarme a tí. Por que ya sé lo que va a pasar.
Voy a cerrar los ojos y desear que ese abrazo no se termine nunca....
y una vez que me sueltes, no sé quién va a ser el primero en pronunciar estas palabras: "Qué bueno que estamos juntos. Ahora sí podemos decirnos adiós".
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Feliz cumpleaños!