Ayer que regresé de dar un paseo por el hospital encontré que mi fisioterapeuta me había dejado unos obsequios/ofrendas. El paquete incluía un calzador de un metro (para ponerme mis zapatos SIN AYUDA) un bastón (con el que puedo subir mis piernas a la cama SIN AYUDA) y sin duda mi favorita: la manita biónica.
Gracias a la mano biónica las (antes) difíciles tareas de alcanzar los objetos ahora me dan felicidad.
PERO ADEMÁS ahora también le puedo hacer caricias biónicas a mis seres queridos.
Qué bien haberse accidentado en un país de primer mundo.
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